En el año 2008 se celebra el 400º aniversario de la Ciudad de Quebec, primer asentamiento francés permanente en América del Norte. Dicho aniversario será conmemorado con grandes festejos.
La llegada de franceses, con su fe profunda, marca los inicios de la Iglesia Católica al norte de México. No tardan en unirse a ellos los primeros misioneros recoletos, en 1615, y jesuitas en 1625. Las primeras congregaciones religiosas femeninas, ursulinas y agustinas, llegaron en 1639.
La dimensión religiosa ocupará un lugar importante en los festejos de 2008, pues la Iglesia Católica ha desempeñado y aún desempeña un papel esencial en la vida del pueblo quebequense. Para que la dinámica religiosa de las fiestas alcance a personas de diversos horizontes y de todos los orígenes, la Iglesia diocesana de la Ciudad de Quebec prevé ofrecer una amplia gama de actividades a todo lo largo del año. Asimismo, los primeros contactos con responsables de otras Iglesias Cristianas dejan entrever la posibilidad de organizar actividades con carácter ecuménico.
De acuerdo con la Conferencia de Obispos Católicos de Canadá, el Arzobispo de de la Ciudad de Quebec propuso al Santo Padre que el 49º Congreso Eucarístico Internacional se celebrase en su ciudad en 2008. Desde Roma, el 17 de octubre de 2004, el papa Juan Pablo II lo anunció oficialmente durante su discurso de inauguración del Año de la Eucaristía. El Congreso Eucarístico constituirá el acontecimiento religioso más importante para las fiestas de fundación de la Ciudad de Quebec, en 2008.
El tema del Congreso es La Eucaristía, don de Dios para la vida del mundo. Como lo destacó el cardenal Marc Ouellet, “La Eucaristía, tal y como la recibimos del relato de la institución, atestigua el don de amor que hace el Hijo de sí mismo por la multitud, don de amor por el Padre y por nosotros, que sella la Nueva Alianza... Asimismo, aparece como el don que hace el Padre al mundo de su Hijo Único, encarnado y crucificado, que reúne alrededor de su mesa a los hijos de Dios que están dispersos… Por último, es el don de la comunión trinitaria para la vida del mundo mediante la acción del Espíritu Santo, que garantiza la participación íntima de los fieles en este misterio de Alianza”.