El Año Santo de 1950 vio nacer en Rabat (Marruecos), al que llegaría a ser Arzobispo de Lyon y Primado de las Galias, el cardenal Philippe Barbarin, uno de los cardenales más jóvenes de la Iglesia. Pertenece a una familia de once hermanos: seis mujeres, tres de las cuales son religiosas, y cinco hombres, entre ellos el cardenal y un médico. Aún vive su madre, octogenaria.
Cursó sus estudios en la Universidad de la Sorbona y en el Instituto Católico de París, y luego en el Seminario de los Carmelitas. Es titular de una maestría en filosofía y otra en teología. Ordenado el 17 de diciembre de 1977, fue luego vicario y capellán en el liceo de Vincennes (1978-1985); capellán del liceo de Saint-Maur y vicario parroquial (1985-1991); párroco en Boissy-Saint-Léger y capellán del liceo de dicha localidad (1991-1994); delegado diocesano para el ecumenismo (1990-1994); sacerdote Fidei donum en Madagascar; profesor de teología y formador en el Seminari de Fianarantsoa (1994-1998), y párroco de Bry-sur-Marne (1998).
El 22 de noviembre de 1998, fue consagrado obispo de Moulins y luego, en 2002, sucedió al difunto cardenal Louis-Marie Billé como arzobispo de Lyon. En octubre de 2003, el papa Juan Pablo II lo nombró cardenal-sacerdote de Trinité-des-Monts. Por su dinamismo, su franqueza y su apertura, este hombre de Iglesia ha sabido imponerse como uno de los hombres fuertes de la vida pública de Lyon. Se siente igual de cómodo con jóvenes que con políticos. “Apaguen la tele y enciendan el Evangelio”, fue el lema que lanzó a su llegada a Lyon, en 2002.
Según confió a los alumnos de la escuela San José, enLoire sur Rhône, a los que visitaba, los secretos de su vocación son el don total de su vida a Dios y la oración diaria.